viernes, 12 de mayo de 2023

Las mujeres que no creen en las mujeres

 

Mujeres que son lobos para otras mujeres


Leo en prensa que las mujeres rurales tardan una media de 20 años en denunciar la violencia machista, debido a múltiples factores: la dependencia económica del maltratador, el miedo a su reacción, y el hecho de que las víctimas están sometidas a un férreo control social y familiar, para que aguanten y no les estropeen “su pacífica vida”. Suele ser un maltrato que se comete a la vista de todos y consentido por toda la sociedad. Según un reciente estudio del Ministerio de Igualdad, en el 90% de los casos se emplea la violencia psicológica contra la víctima. En el mismo estudio se confirma que en el entorno rural, el machismo se perpetúa generación tras generación. La mujer busca ayuda en otras mujeres, esperando muy equivocadamente que sean más receptivas, y sólo se encuentra ante el muro de la incredulidad y la indiferencia, cuando no el desprecio.


En muchos pueblos de la España rural, muchas mujeres de bajo nivel socioeconómico son explotadas por sus familias. Son mujeres que se encargan de cocinar para ocho o diez personas todos los días, de comprar, limpiar, de poner lavadoras para todos y un largo etcétera de tareas propias del hogar. Todo el mundo es consciente de esta situación y en muchas ocasiones las instituciones locales se dedican a mirar a la remota. Y el resto de los vecinos, también.

El Consejo General del Poder Judicial afirmó que, efectivamente, las mujeres están más desprotegidas en el mundo rural, donde los agresores llevan a las víctimas al médico tras sus tropelías, y donde se produce el 70% de los crímenes machistas. También, el mismo Tribunal Supremo constató en una sentencia que generalmente el maltratador recibe todo el apoyo de su familia, que colabora fieramente con el acoso, y por el contrario, el entorno de la víctima la deja caer. No la creen hasta que la han matado. No se cree a las víctimas, por lo tanto no se les ofrece ayuda, y ellas mismas desconocen dónde pedir esta ayuda, los recursos que les ofrecen las administraciones públicas para poder salir de esa situación.

Y hay miles de micromachismos relacionados con no creer a las mujeres, que podemos encontrar a diario en nuestra vida cotidiana: El caso de una mujer que trabajaba en un restaurante y se casó con otra mujer. Ella comunicaba la buena nueva a los clientes, y éstos no la creyeron, no la tomaron en serio e incluso hicieron burlas. A Belén nadie la creyó cuando contó a sus amistades, pidiendo ayuda, que un hombre le acosaba en el colegio de su hija. A Carla nadie la creyó cuando contó que había perdido su trabajo por acoso sexual de su jefe. La gente sólo recordó: “Ha perdido el trabajo”, e incluso muchos la culparon por haber perdido el empleo. A una mujer su marido le clavó un cuchillo en el cuello, y en su pequeña población las mujeres le decían: “Algo habrías hecho…” Ante estos abusos, la sociedad deja solas a las mujeres. Incluso la policía puede desanimar a que se presente la denuncia por acoso sexual. Una mujer quiso denunciar a un tatuador que había abusado de ella. La policía le dijo: “Es tu palabra contra la suya”. Sólo cuando la víctima pudo encontrar a más afectadas, la policía inició investigaciones y el tatuador ha sido condenado a 5 años de prisión.

La mujer colaboradora del patriarcado cree que vive en un mundo idílico, y no tolera que una injusticia le destroce el paisaje, así que se dedica a controlar a las demás mujeres, para que no sean libres. Muchas mujeres no creen por sistema a otras mujeres, y los hombres “buenos”, simplemente, y no es para nada excusable, no quieren meterse en problemas. El no creer a la víctima es revictimizarla.

Como mujer, el no creer a otras mujeres implica una falta grave de autoestima. Tú misma no te tomas en serio, te has tragado el cuento claramente falaz de la sociedad patriarcal que afirma que los hombres son más valiosos que tú, por lo tanto, no eres solidaria con las demás mujeres e incluso te sientes reconfortada ocupando una posición de esclavitud e inferioridad, experimentando una falsa sensación de seguridad. Es un machismo propio de las mujeres que hay que detectar y corregir. No creen a sus compañeras de género y así demuestran que tampoco creen en sí mismas. No consideran que tengan ningún valor, entonces, ¿cómo van a valorar a las demás? Si tú no crees a alguien, le estás quitando todo su valor como persona y cementas el camino para que en el futuro nadie te crea a ti.

Muchas gracias, un saludo y hasta pronto

 


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